Ascensores

Hablando de claustrofobias, ayer me acordé de un artículo del New Yorker sobre ascensores que leí hace unas semanas. Os garantizo que, curiosamente, para encontrarlo apasionante no hace falta trabajar en Otis, ni haber pasado un fin de semana encerrado en un ascensor como el pobre hombre que podéis ver en el vídeo que acompaña el texto, una filmación condensada de la cámara de seguridad. Yo no puedo dejar de ver un hámster… en el artículo se cuenta su historia, el infeliz acabó perdiendo el trabajo a raíz del incidente.

Otra gran película de terror.

(Por cierto. En el artículo se dice que el botón de cierre de puertas del ascensor es de mentira. Que sólo sirve para darnos la ilusión de que controlamos un poco ese cacharro terrible.)

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